Botadero San Pastor, Bacalar, México.

Este lugar se encuentra a 10 kilómetros aproximadamente del poblado de Bacalar, al sur del  mismo. Cuenta con una vista impresionante a una de las lagunas más fascinantes de nuestro país y del sur de México, y a diferencia de otros desarrollos turísticos o ecoturísticos, en Botadero se ha tomado la decisión de hacerlo, tanto accesible a los visitantes, como mantenerlo con una rusticidad básica que permita un acercamiento intenso con la naturaleza. Aquí no hay energía eléctrica, lo que favorece que por las noches se observen de manera muy clara las mismas estrellas que hace cientos o miles de años observaron los navegantes o los propios mayas que habitaban estas tierras.

Este sitio debe su nombre a que durante el auge del aprovechamiento maderero del sur del estado, este era uno de los lugares donde se “botaba” la madera, grandes troncos de árboles diversos, que se acumulaban a la orilla de la laguna para después transportarlas vía acuática rumbo al sur, donde conecta con el Río Hondo.

Este lugar ha logrado sobrevivir al creciente desarrollo que se ha dado en los alrededores de la laguna de Bacalar en los últimos años, gracias a las ideas claras y ambientalmente comprometidas que tienen sus dueños, quienes, además de haber construido baños ecológicos y regaderas amigables con el ambiente, construyeron unas sencillas y agradables cabañas a la orilla de la laguna, que permiten al viento refrescar los sueños de las cálidas noches de primavera y verano. Estas cabañas fueron construidas con la madera que derribó a su paso el Huracán Dean en 2006.

Además del placer que significa sentarse en el verde y cuidado pasto y admirar la laguna, Botadero San Pastor ofrece la oportunidad de pasear en Kayac, ya sea frente al muelle del lugar o, para los más aventureros, dirigirse por la orilla oeste de la laguna en dirección al sur y llegar a unos canales que conectan esta parte de la laguna con Xul Ha y en donde uno puede, al más puro estilo de la novela de Tom Sawyer, mecerse de una soga que está amarrada a un árbol y lanzarse al agua. Y si eres más intrépido, subir a la rama más alta del mismo árbol y lanzarte en caída libre al refrescante y profundo canal al sur de la laguna.

Una sociedad que está cada vez más influenciada por la modernidad, corre el riesgo de perder el contacto con los sonidos de la naturaleza o con el silencio que ésta ofrece, así como con las noches iluminadas solamente por las estrellas en un cielo despejado o por la luna a la media noche. Despertar temprano justo en ese momento en el que por razones naturales que no explicaré ahorita, el agua de la laguna se siente más tibia que el viento, lo cual invita a nadar con la seguridad de saberse que uno está en el lugar donde debe estar.

Deseo contagiarles las ganas de que se escapen el próximo fin de semana, el próximo puente, o que simplemente si vienen de Chetumal rumbo a Carrillo Puerto, unos diez kilómetros antes de llegar a Bacalar, estén atentos a un letrero pequeño de fondo blanco y letras rojas, de madera que dice: “Botadero San Pastor, Rancho El Paraíso”, y que avancen el kilómetro que les separa de la experiencia de contemplar en calma la Laguna de Bacalar, desde este espacio lleno de belleza. Si no se pueden quedar un día o dos, al menos unas horas, no se arrepentirán.

Nos vemos en nuestra próxima lectura.