Trascender.

BUILDING 2La inspiración se resiste a aparecer y no queda más que forzar la escritura como para que las musas sientan y sepan que no siempre serán necesarias. Mi crónica del día va cargada de aires diversos, de diversas inquietudes y variadas dichas que se nutren de los recuerdos acerca de las acciones que he llevado a cabo en los últimos días.

Que terminar un par de posters para presentar en una feria, que revisar mis abejas con el ánimo de tenerlas en buena forma para el próximo año y asegurar una buena cosecha, que hacer una propuesta exprés como necesidad de investigación para el próximo año, que participar en un curso de patentes por un par de días y a la par atender otras necesidades tanto domésticas como de trabajo.

Me llama la atención el tener de repente esa plasticidad de la cual pudiera presumir creyendo que es mucha, pero no. Hay aquellos superdotados que hacen más y que no necesitan de escribir en un blog que hacen lo que hacen. Simplemente lo hacen.

No es ese el fin de esta reflexión, es en cambio el de plasmar una reflexión inicial que me ayude a comprender si lo que hago es parte de lo que he planeado o solo son reacciones ante las circunstancias que se me van presentando. Por otro lado el sentirme así es algo que me detiene y me permite pensar si es parte de una carrera de ratas (rat race) a la que de manera inconsciente me he incorporado, o lo que he hecho en estos días favorece mi autotrascendencia.

Lo que es cierto es que estos días me han resultado incómodos, me siento incómodo, desagusto. No desde el plano negativo que me orille a la queja y al pesimismo, no. Sí desde el aspecto que sugiere, de acuerdo con los gurús del éxito, salir de la zona de comodidad con el fin de expandirla. Por ahí he leído que para lograr cosas extraordinarias hay que actuar de manera extraordinaria. Bueno, pues el significado de citas como ésa es lo que me tiene en estos días con las pilas cargadas y con el ánimo arriba del promedio.

Mi temor, como en otras ocasiones que me he sentido así, es el ver de frente a la incertidumbre de saber cuanto durará el periodo y qué hacer para que este periodo se alargue. Si, ya sé: La motivación es como el bañarse, hay que hacerlo a diario. Pero qué pasa cuando está uno en la borágine del día a día y no tienes ningún recordatorio que te ayude a centrar tu atención para acercarte a ese ideal.

Algunos de mis conocidos, si me leen, pensarán que tengo ya las herramientas, sugerirán que las aplique. Otros quizás se identifiquen con alguna de las sensaciones que aquí describo. Lo cierto es que el tiempo es implacable y pasa sin importarle si te sientes animoso o no. Y cierto también es que si tomo conciencia de esto último que acabo de escribir, me queda más que aceptar dicha implacabilidad, pero manteniéndome estoico ante su paso. Mientras pienso y plasmo esto, el tiempo sigue y seguirá pasando. Entonces no me resta más que asegurar que esto que escribo sea uno de los pasos a dar para asegurar mi autotrascendencia, ya sea por ego, por presunción o por cualquier otra sensación mamona que sirva como referencia. Pero la verdadera razón de querer autotrascender es el saber que puedo hacer las cosas mejor que las hice ayer o que como las he hecho algunos meses o años atrás. La verdadera razón para la autotrascendencia es el ver en el horizonte una posibilidad de que seré leído, recordado, pensado por personas más allá de mi círculo de influencia directa y más allá de los años que tengo prestados. El ego se va junto con uno. La posibilidad de seguir influyendo permanece. Prefiero entonces lo segundo.

Volviendo a la incomodidad, el escribir esto y tener la duda de compartirlo me hace sentir muy incómodo, mas prefiero la valentía de compartirlo que el darle un motivo más a esa voz que me reprocha el no haber hecho algunas cosas.

Con cariño trascendental…

Hasta la próxima.

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