una brevedad.

Una apabullante escena, una mosca rondando en mi cabeza, como si lo hiciera en la bóveda craneal de las entrañas de un circo desde donde aparecen disfraces ocupados por humanos desnudos que visten sus rostros con colores que simulan sonrisas. Llevan consigo globos también de colores, llenos de un aire más ligero que el impregnado en el ambiente.

Parece un momento festivo, los asistentes se recorren mientras ocupan sus lugares, siguen a guías que no decidieron serlo. Son almas momentaneamente extraviadas o intencionalmente aisladas para salir de su rutinario quehacer, para entrar en una rutinaria distracción; distinta eso si, pero con aire de rutina al fin. La sensación de que somos espacios vacíos prevalece, no nos tocamos, permanecemos aislados.

La agonía estremece a los presentes cuando de su encierro surge un imponente cuadrúpedo, solo para ser maltratado por el despreciado látigo del orgulloso domador, quien reina sobre las fieras y quien a solas, horas después del espectáculo, se alcoholiza para liberarse del malestar que le provoca maltratar bellas criaturas.

La mosca se enfrenta a una desvalida arrogancia, decide salir de la bóveda en la que volaba sin sentido. Se ubica, se posa, se mueve a un sitio tibio y húmedo. Decide, como si perteneciera a un órden diferente, cambiar su exoesqueleto. Las moscas entiendo que no lo hacen, no cambian, viven su última fase de moscas después de haber emergido de una pupa que agotó su larvaria existencia. Ese es el simbólico cambio que habrá perpetrado; pero ésta no. Esta quiere cambiar. toma la decisión de esperar pacientemente, la memoria, un vestigio del cambio le hace ilusión y espera. En esa espera muere, su cuerpo firme se desvanece, ya no está anclada a la superficie, se ha perdido la insistencia, ha ganado el cambio constante, le sigue la incorporación de nuevo al plano material. Su aleteo no provocó un tsunami en el lejano Pacífico…, no era una mariposa para causar tal efecto.

2 thoughts on “una brevedad.

Leave a comment